Libro 1: El Retorno de Celestia 1ª Parte

El retorno de Celestia.

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Celestia, era una niña que desde pequeña, soñaba con embarcarse en una gran aventura, pues era digna de tener una.



Desde los Frondosos Bosques de Teldrassil hasta el caluroso Desierto de las Gerudo, esta pequeña chica vivirá grandes aventuras, con su inseparable amiga Malon, un vulgar traidor y un guapo chico llamado Link. ¿Qué destino les deparará a estos tres aventureros?

Hace tiempo, en Kandaria, tras la Pesadilla Esmeralda, la Guerra de los Elfos de Sangre contra los Elfos de la Noche, el jefe de los Elfos de la Noche había partido hacia nuevas Tierras, porque los Orcos y los Elfos de Sangre les estaban invadiendo.



Por suerte, el jefe K’el Thalas, había encontrado unos Bosques en el norte, en los que abundaban los árboles, comida… El sitio ideal para los Elfos de la Noche. Pero al llegar donde dejó a sus compañeros, se llevó una sorpresa… Todos sus compañeros miraban a la Diosa Turán de Susurravientos, Diosa y Protectora de Kandaria, la región de los Elfos de la Noche. K’el Thalas se acercaba, pero ella desapareció… Pero dejó algo… Era un misterioso Sable de la Noche… Mejor dicho, un Cuna del Invierno… Que a su lomo tenía una niña, recogió a todos sus compañeros y se fueron a los bosques.



Esa niña se llamó Celestia, tenía unos ojos azules, en el que parecía poder reflejarse el cielo. Y Celestia de Celestial, porque la trajo la Diosa.



Esos bosques se dividieron en 4 partes: Cañada Umbría, Aldrassil, Teldrassil y Darnassus.



Celestia era una chica atrevida, valiente, y gran jineta de Sables de la Noche.



Pero un día…



–¡Celestia! ¿Estas en casa? ¿Hola…? –dijo un niño de su edad.



–Ya voy, Andrun…Impaciente… –de repente, se abre la puerta y de ella sale un Sable de la Noche y Celestia montada en el. El Sable arroya a Andrun.



–¡Toma! A ver si aprendes a esperar –dijo Celestia. 



–¡Oye! ¡¡No la tomes conmigo!! ¡Has tardado un minuto y cinco segundos, ¡casi me duermo! –dijo Andrun.



–¡¿Eso te parece mucho!? ¡¿A que te…!? –dijo Celestia sin terminar la frase.



–¡Celestia! Esos modales. No seas tan brusca. –dijo su padre.



–Pero será… Mm… –dijo Celestia enfurruscada.



De repente, viene corriendo Kernoy a buscar a Celestia.



–Celestia, te toca tu clase de montar Sables. –dijo su profesor aún intentando recuperar el aire.



–¡Pero si ya sé perfectamente montar en Sable profe! –dijo Celestia.



–El saber no ocupa lugar…Aprende eso. –dijo su Profesor.



–Pues vale. –dijo Celestia haciendo oídos sordos.



Pero ahora viene Leaf tocando tranquilamente su Zaria, un instrumento que calma a la mismísima tempestad.



–Celestia, debes partir hacia Darnassus, el Territorio de la Alianza, donde te reunirás con Lanfen Tempestida, que según dicen con solo mirarla ves a la mismísima Diosa… Tu deber allí es que te lea tu futuro…Cómo todos han hecho. –dijo Leaf siguiendo tocando su Zaria.



–¿Y por qué yo? ¿Por qué no Andrun? –dijo Celestia sentiedose un poco molesta.



–Debes saber, que la Diosa te trajo al mundo con tu Cuna del Invierno, eso te hace diferente. Lanfen sabe diferenciar un Ser Mítico de un Ser Normal, por eso has sido elegida para este encargo, Celestia. –dijo Leaf con una voz melodiosa.



–No mola…Y por cierto, mi Cuna del Invierno se llama Nube Gris. –dijo Celestia.



–¡Celestia! Basta de discusiones, debe partir ya, el tiempo es un lujo que otros no tienen venga, ya. –dijo Leaf un poco más seria.



–Vale… –dijo Celestia.



Cuando Celestia silba aparece como de la nada un Cuna del Invierno.Celestia se monta en el y parte hacia Darnassus.

–Adi…¡¡Ay!! –dijo Celestia estampandose contra una rama.



–¿Celestia? ¿Estas bien? –dijeron todos.



–S…¡Si! ¡Adios! –dijo Celestia aún resintiendose del tortazo.



–Que rollo…Nube Gris, ¿Ves algo? –dijo Celestia.



Pero de pronto Nube Gris frena en seco y Celestia sale disparada y se golpea contra una esfera.



–¡Nube Gris! ¡Menudo día! ¿Me tienes manía…? ¿Mm? ¿Que es esto? –dijo Celestia un poco enfadada.



–Esto es la Esfera de Darnassus…Se nota que tu Sable siente el mal, ¿cierto? –dijo una bella Pandaren.



–Por casualidad, ¿tú no serás Lanfen Tempestida, verdad? –dijo Celestia.



–Siento en tu aura una cosa que no había visto antes… Siento en tu alma el aura de la Diosa… Interesante… Tu valor se pasa de la raya… Controlate un poco y no descargues tu ira en el primero que te falte el respeto, porque eso te llevará a la perdición, Celestia Thalas…Mejor dicho, Celestia Susurravientos. Soy Lanfen Tempestida protectora de Darnassus, el Territorio de la Alianza. Leaf te ha mandado para que prediga tu destino, ¿cierto? Veamos… Si sigues por el camino que llevas puedes acabar convirtiendote en un árbol… Solo te podría ayudar convirtiendote en Sable, así percibes la maldad y la bondad. ¿Aceptas? –dijo Lanfen.



–Mm… (Menudo sermón me ha echado) bueno vale. ¡En mis 15.000 años (15) siempre he sido Celestia Thalas, y quiero seguir siéndolo! –dijo Celestia.



–¡No seas impertinente! –dijo Lanfen.



–Debes partir cuanto antes…Hacia Teldrassil, el árbol del mundo, en Darnassiano significa El árbol Celestial, lleva aquí mucho más antes de que Darnassus fuera ni siquiera un pensamiento. Ahora, llevaté contigo esta Perla de la Luna, que al anochecer o cuando toques la Zaria te transformarás en una bestia de ojos azules… Ahora, corre. El destino de Darnassus y de Teldrassil depende de ti… Recuerda, coje las Reliquias del Despertar, que se hayan en la Caverna Dasnar. –dijo Lanfen.



–Vale, pero cómo voy a tocar la Zaria si no tengo ninguna, ¿Eh? Dime. –dijo Celestia.



–No hace falta. Tu canta la canción de la Cuna del Invierno. Que el Invierno lleva consigo. Con solo escuchar la Brisa te saldrá. –dijo Lanfen.



–Hum…Vale…No te entiendo, pero vale. –dijo Celestia.

Celestia ya había partido, pero seguía sin entender lo que la decía Lanfen…



–Que escuche al Invierno… No entiendo… Nube Gris, ¿tú que opinas? –dijo Celestia.

–Nube Gris, vamos a la Cuna del Invierno, quiero saber lo que quiere decir. –dijo Celestia.



Ya había llegado a la Cuna del Invierno, pero estaba muy diferente, no tenía apenas nieve…



–¡¿P-Pero qué ha pasado aquí?! Nube Gris… Tu casa… Está… Derretida… ¿Mm? ¿Qué es esta Brisilla tan buena? Me dan ganas de cantar…



–¿Quién eres tú y qué haces aquí? No me suenas… –dijo un hermoso Elfo de la Noche.



–¡Un poco de educación no estaría muy mal! Me llamo Celestia…¿Y tú? –dijo Celestia un poco mosqueada.



–Astar. Debería darte vergüenza hablarme así, Celestia. Cuidadito con lo que dices, cuida tu boca. –dijo Astar.



–¿Y por qué debería darme vergüenza? Hablo cómo quiero, Astar. –dijo Celestia mosqueada.



–No te conviene hablarme así –dijo Astar.



–¿¡Pero serás i-idiota!? ¡¿Quién te crees que eres?! –dijo Celestia.

–Bah, no mereces mi tiempo, sigue con tu camino. –dijo Astar.



Celestia, sin decir una palabra más se fué y siguió su camino, pero para sorpesa, un Astarnian (Una especie de Lobo) les seguía.



–Hey, para Nube Gris. Ven peque, no te conviene estar por aquí solo. –dijo Celestia cogiendo al Lobito.



–Mm…¡Arnian! A sí te llamaré. Es un nombre bonito, ¿No crees Nube Gris? –dijo Celestia acariciando al lobito.



–Nube Gris, Arnian, creo que hemos llegado. –dijo Celestia señalando un gran árbol con unas hojas azules verdosas.



–Caramba… Es… Precioso. ¿No creeís? –dijo Celestia asombrada.



¡Pero menuda sorpresa se llevó al ver que su lobito (Astar) se había convertido en un Elfo de la Noche!



–¿¡Pero…!? ¡Espera! ¿¡Tú no eres ese tío tan borde que me decía que cuidara mi boca!? –dijo Celestia.



–Perdona… Es que pensé que había sido un poco desagradable y decidí acompañarte en forma de Astarnian… Solo… Quería pedirte perdón. –dijo Astarian dándose por descubierto.



–Bueno… Te perdono… Puedes acompañarnos si quieres. Pero intenta ser un poco más… Agradable. –dijo Celestia sonriéndole con dulzura.



–Ah… Gracias, en el fondo eres muy dulce, Celestia. –dijo Astar sonrojado.



–¿He…? Nadie me había dicho dulce nunca… Gracias, supongo. –dijo Celestia.

–Bueno… No es para tanto. –dijo Astar sonrojándose aún más.



–Déjalo. ¿Mm? ¿Q-Que es eso…? –dijo Celestia un poco asustada.



De repente un montón de Guerreros Tuercepinos van directos hacia ellos.



Astar, paralizado del miedo se queda allí cómo un pasmarote a los Guerreros Tuercepinos a cinco metros de él.



–¡¡Astar!! ¡¡Cuidado!! ¡¡Astar!! –dijo Celestia.

Celestia no dudó ni un segundo y se tiró contra Astar y le arrastró diez metros más lejos.



Astar le dá un abrazo a Celestia pero…



–¡Quita! ¡Que tampoco es para tanto! ¡¡Y muévete un poco que parece que quieres que te salve yo!! –dijo Celestia apartando de su lado a Astar.



–¡Ahora coje mi espada y derrótalos! –dijo Astar tirándola su espada.



Astar se quedó con la boca abierta al ver como luchaba Celestia.

–Uha… Para ser una chica es dura de roer. –dijo Astar.



En apenas cinco minutos Celestia acaba con todos los enemigos.



–Esa boca, Astar, ciérrala que entran moscas. –dijo Celestia cómo si no hubiera pasado nada.



–P-Pero… Eres una tía muy fuerte… –dijo Astar.



–¿He? Pero si eso es más fácil que jugar al parchís… ¡Creo que yo he ganado la partida! –dijo Celestia.



–Pues vaya…Te regalo mi espada, tú la necesitas más que yo. –dijo Astar quitándole importancia.



–Bueno, tenemos que que encontrarlas Reliquias del Despertar, venga sube. –dijo Celestia.



–¡Pongamos rumbo hacia la Caverna Dasnar, chicos! –dijo Celestia.



Después de unas pocas horas, llegaron a una caverna.



–Uy… Esto me huele a Pescado Podrido… Hay pone algo… Mm…Cuidado no pasar trerrorio d A Trenceno… ¡Esto es imposible de leer! Está borroso y lleno de arañazos… –dijo Celestia.



Pero de repente Celestia se siente un poco mal y le pica todo… ¡Y se convierte en un Sable!



–Ey… Chicos… Que soy yo… –dijo Celestia mirando las caras de Astar y Nube Gris.



–Ce-Celestia…No te pareces en nada a…Tí… –dijo Astar un poco asustado.



–¡Oye! Puedo parecer un Sable y todo lo que quieras, pero sigo siendo yo, ¿Entendido? –dijo Celestia bastante molesta.



–Si, está claro que eres tú, Celestia…No has cambiado nada. –dijo Astar riéndose.



–Si, si. Tú ríete y no tardaré en pegarte un mordisco. –dijo Celestia.



–Vale, vale. –dijo Astar parándose en seco.



–A sí me gusta. –dijo Celestia.



–Vamos, según Lanfen las Reliquias del Despertar están en esta cueva. –dijo Celestia oliendo el suelo.

–¡Mm…! Creo que ya se por donde hay que ir. –dijo Celestia.



Y al llegar a una sala lo que había olido Celestia era un Bocata de Carne…



–¡Ñam! ¡¡Que rico!! ¡Ya sabía yo que era por aquí! –dijo Celestia comiéndose el Bocata.



–¿¡Pero seras…!? Jolines… –dijo Astar.



–La comida siempre te lleva a tu Destino, ¿No? –dijo Celestia disimulando.



–Bueno… Eso puede ser verdad…Ahora que ya has comido, haz el favor de llevarnos a donde tenemos que ir. –dijo Astar.



–Bueno…–dijo Celestia.



–Mff… No sé, no sé. Mm… Igual es por aquí… O por ahí, o… –dijo Celestia sin terminar la frase.



–¡Aclárate ya! –dijo Astar.



De repente, Celestia alza la cabeza y empieza a correr por un túnel.



–Hey chicos. Creo que… Es esto. –dijo Celestia oliendo una preciosa piedra color turquesa.



–Es… Preciosa… Pero faltan 3 más ¿No? –dijo Astar.



Pero de repente, cuando Celestia coje la Reliquia del Despertar, una ‘’Cosa’’ muy extraña parecida a una babosa del Infierno con un Mazo y piernas se acerca a ellos.



–Mm…A quí huele muy…Mal…No, literalmente. Mm…U-Uha…Munudo bicho más feo… –dijo Celestia como sin darle importamcia.

–Mm… Vale, no sé quién eres ni me importa, pero haz un favor a todos y lárgate con tu pestazo a otro lado, apestas a mosca muerta macho. –dijo Celestia.



Pero lo única respuesta que recibe es un rugido con voz de pocos amigos.



–Mm…Vale, y eso cómo me lo tomo, ¿Como un ‘’seamos amigos’’ o un ‘’muérete’’? –dijo Celestia.



–Ce-Ce-Celestia, creo que nos vamos llendo ya…–dijo Astar.



–¿Por quién me tomas? ¿Por Pepita la de las Flores o por Celestia la Valiente? Dime. –dijo Celestia.



–Pues… No sé… Creo que te bastas y te sobras con quién tu eres. –dijo Astar.



–Ha… Mm… Pues vale vamonos, pedazo de cobarde. –dijo Celestia.



Llendose, ese bicho tan raro se durmió la siesta porque Celestia le echó unos polvos de Arándano Somnífero, y luego le echó pimienta en la nariz.



–¿¡Es que esta cueva no se acaba nunca!? Me voy ha hechar una siesta. –dijo Celestia.



–Celestia, te vas a caer, eres un Sable y los Sables tienen que dormir en el suelo…O si no se caén, son muy torpes, pero con un gran olfato…–dijo Astar.



Pero de repente frenan al ver dos Elfitas muy pequeñas llorando.



–Hey, chicas, tranquilas, ¿Que os pasa?  –dijo Astar.



–Mff…¿Mm? Ha, hola…Yo soy Sigan y esta es mi hermana Lalami…Mi madre se fué hace un buen rato y no ha vuelto…Mi hermanita Lalami está desconsolada…¡No para de llorar! Aunque esto ya es preocupante… –dijo la chiquilla.



–Vaya, nosotros os ayudaremos a encontrarla, ya veréis cómo está sana y salva. No os preocupéis, no pasa nada. –dijo Astar.



–Mm… He… Esto…  Gracias… No…Sé cómo agradecertelo… –dijo una hermosa niña con los ojos verdes esmeralda.



–Diosa mía… Eres preciosa… Tú debes de ser Lalami, ¿Cierto? –dijo Astar.

–¡Je je je! Gracias, me has alegrado el día, Astar… –dijo Lalami.



–Ehh… Tampoco es para tanto… Pero venga, hay que avanzar más, venga, subir. –dijo Astar.



Estuvieron caminando un buen rato y Celestia dormida cómo un tronco.



–Uhaaa… ¿¡Astar, quienes son estas!? –dijo Celestia sobresaltada.



–Yo soy Sigan, esta es Lalami, ¿Y tú quién eres? Astar no te ha querido despertar… Estamos buscando a nuestra madre. –dijo Sigan.

–He… Yo soy… Lalami… Encantada… Supongo. –dijo Lalami con un tono un poco tímido.



Pero Nube Gris frena viendo a una Elfa de la Noche preciosa.



–Sigan, Lalami… ¿Dónde estáis? –decía la Elfa de la Noche.



–¡Mamá! Soy yo, Lalami. –dijo Lalami.



–¡Hijas! ¡Sigan, Lalami! –dijo la Elfa de la Noche.



–Astar… ¿Cómo te lo puedo agradecer? Muchísimas gracias… –dijo Sigan.



–Oye, oye. Que el Sable es mío, que de buena suerte que os dejo subir, ¿He? –dijo Celestia.



–Gracias… Oye, no sé que te puedo dar… No tenemos dinero ni nada de valor… Perdonadnos por no tener nada. –dijo Lalami



–Con un simple gracias vale. –dijo Astar.



–Frena, frena, frena. ¿Cómo que con un simple gracias vale? Trae para acá, no voy a quedar sin nada. A este dejarle sin nada, pero a mí, ni de broma. –dijo Celestia.



–Pero Lalami, ¿No tenías un collar? Era bastante bonito, pero con eso no llegamos a ningún sitio… –dijo Sigan.



–Bueno, a ver ese collar. –dijo Celestia.



Pero se llevó una sorpresa al ve que esa piedra del colgante era una Reliquia del Despertar.



–Ok, vale, os podéis ir. –dijo Celestia.



Ellos ya se fueron. Llevaban tanto rato caminando… Se dedicaban a contar las bolas en forma de pelota que ruedan por el desierno.



–Allá va una. Ya llevo 1.508, ¿Y tú? –dijo Celestia.



–Llevo 1.508, estamos empatados. –dijo Astar.



–Hey, hey, hey, ¿Quién es esa tía? –dijo Celestia.



–¿Mm? ¡Por fin! ¡Por fin alguien viene a rescatarme! Soy Serfa, ¿Y vosotros? Guau, ese Sable es precioso… –dijo una chica que el pelo la llegaba por los suelos.



–Yo soy Celestia, este Astar y este es Nube Gris. ¿No habrás visto una piedra similar a estas? Si la tienes, trae para acá. –dijo Celestia.



–Bueno, Celestia, yo soy Serfa, la hija de Disdikanie, un Rey… Viene de la Ruta Narácnida, pero no es muy conocido… Yo soy la Princesa Serfa. –dijo Serfa con entusiasmo.



–Pues vale. Ahora dime, ¿Tienes una piedra así? –dijo Celestia enseñándola las piedras.

–Mm… Pues vaya, no… Lo siento. –dijo Serfa.



–Vaya. ¿Qué es eso de que te rescatamos? No rescatamos a nadie, Serfa…–dijo Celestia.



–¿No…? Me he ido de aventuras y me perdí. –dijo Serfa.



–Hum… Pues no soy tu mapa, ya he tenido bastante con dos niñas muy pesadas. Aunque luego nos dieron lo que buscábamos… –dijo Celestia dudando.



–No pasa nada Serfa, yo te ayudaré a buscar la salida. Ya me he apuntado más o menos el mapa en mi cabeza, no te preocupes. –dijo Astar.



–¡¡Vaya!! ¡Muchas gracias! –dijo Serfa con un entusiasmo tremendo.



–Pfff…Chicos. Este Astar no se resiste a ninguna chica. –dijo Celestia.



–He…Que te oigo. –dijo Astar.



Después de un rato vagando de aquí para allá no se encontraron con algo que se diga muy agradable…



–Huele muy mal… Este olor me recuerda… ¡A ya sé! ¡Al del viejo verde ese que huele tan mal!–dijo Celestia.



Ese bicho tan feo solo la gruñó pero esta vez mucho más cerca de ella y la echó un líquido asqueroso encima.



–¡Kiu! Oh, vaya, que feo estás… No te preocupes… No os preocupéis por mí, Kiu me llevará hasta la salida. –dijo Serfa.



Pero de repente Serfa empezó a reirse y se envolvió en un manto de luz y…Desapareció dejando una piedra extraña…¡Era la última Reliquia del Despertar!

–¡Toma ya están todas! Mm…Vaya…Me…Mareo… –dijo Celestia.



Pero un manto les envolvió a todos y de nuevo estuvieron donde Lanfen.



–Caray, eres realmente una heroína, Bestia de Ojos Azules…Mis ojos no me engañaban, ante ti veo a la Diosa…Tal y cómo dice la leyenda la Diosa tendrá aspecto Infantil, mientras que infinitos serán sus poderes y sabiduría. Mientras que las leyendas tienen verdades y mentiras… –dijo Lanfen.



–Vale…Y eso cómo me lo tomo, ¿Cómo un insulto o un piropo? –dijo Celestia.

–¡Princesa Celestia! Tus modales han de ser refinados y formales. –replicó Lanfen.



–¿¡Yo una Princesa!? ¡Soy Celestia, y quiero seguir siéndolo! ¿Y qué sermón me hechas de que yo soy la Diosa? Mis modales nadie me los cambia. –dijo Celestia enfadada.



–Eres una chica Indomable, por lo que la Diosa también lo es… –dijo Lanfen.



–Caramba Celestia, eres una Princesa… Mola… –dijo Astar.



–Tú no te metas…Me están avinagrando la vida. –dijo Celestia.



–Debes venir por dónde viniste…De los Cielos de Altárea, Princesa. –dijo Lanfen.



–No. No iré si Astar no viene conmigo. No me he sentido más a gusto con él que con ninguna otra persona. Es más, es mi mejor amigo. Nadie me ha tratado tan bien. Nuestro encuentro fue un poco molesto, pero resultó ser un gran tipo. Si él no viene yo no voy. –dijo Celestia a punto de llorar.



–Celestia… Yo, yo… Gracias. –dijo Astar también a punto de llorar.



–Ejem, no quiero interrumpir esta ocasión, pero…Si lo deseáis, Princesa…Astar os acompañará.  Llevaros consigo este Colgante. Antepasados de hace milenios llevaron este Colgante. Cuyo poder…Es el de llevarte a Altárea. ¡No lo pierdas, de lo contrario no podrás volver! –dijo Lanfen.



–Vaya, muchas gracias. ¿Tan vieja eres? Pero no me llames Princesa. ¡Siempre seré Celestia y nadie me cambiará! Tendré cuidado, ¡Descuida! –dijo Celestia con verdadera alegría.

–Permíteme que te devuelva a tu forma original, mi Princesa. –dijo Lanfen envolviéndo a Celestia en una cápsula devoliéndola a su forma original.



Lanfen les dijo que se pusieran en una luz y ambos lo hizieron y desaparecieron en un instante.



–Ese tal Astar no me da buenas vibraciones, espero que la Princesa esté sana y salva. Probablemente no sea nada… –se dijo Lanfen a sí misma.



No pasó mucho tiempo hasta que Celestia se integró en los Cielos de Altárea, pero su carácter no cambió nada, Celestia seguía siendo una chica Valiente, Maleducada e Irascible.



Pero un día…



–Princesa, es hora de levantaros, hoy es su deber ir a la Efigie de la Diosa, dónde se os entregará su primera montura, su Sable no es propio de Altárea, pues ese Animal es de las Tierras Inferiores. –dijo un Profesor de su Academia.



–Venga ya…Porfiii…Cinco minutos más…Además, ¿Quién quiere uno de esos Pollos que Vuelan? Molan más los Sables… –dijo Celestia enterrándose entre el Edredón.

–Celestia, será mejor que nos vayamos ya…El Director Gaépora se va a enfadar si no somos putuales…–dijo Astar.



–Porque tú lo digas. ¡Y un Jamón! Yo no quiero ningún Pollo de esos. –dijo Celestia recalentándose.



–Princesa, es su deber. No querrás que te obliguemos, ¿Verdad? –dijo el Profesor.



–Ponme a prueba. –dijo Celestia amenazante.



Pues sí, efectivamente la llevaron a rastras. Pero no por el suelo, por el aire. Los Pollos a los que se refería Celestia eran Pelícanos, el Ave que se decía que estaba bendecido por la Diosa.



–Ya estamos aquí. Princesa, toque su Zaria para invocar a su Montura. –dijo el Profesor.



–Jo… Maestro Asteus, esto es injusto. Mi Sable es la mejor montura del Mundo. –se quejó Celestia.



Pero eso no valió para nada. Ella tocó la Nana de las Aves y vino, extrañamente un ejemplar de Plumaje Rojo, una Raza que se creía extinta.



–¿¡Me tomas el pelo!? ¿¡Un Pollo Colorado!? ¡Venga ya! ¿No podría ser azul, negro…? –dijo Celestia un poco chafada.



–¡Celestia! Estas Aves son como parte de nuestro cuerpo. A parte de eso, ¿Un Plumaje Rojo? Eso no se ha visto nunca. Deberías estar orgullosa. Nunca un Jinete se ha quejado de su Ave. –dijo El Director Gaépora.



–Pues vale. ¿Cómo se llama? –dijo Celestia cambiando un poco de opinión.



–Su nombre será el que vos elijáis, Princesa. –dijo el Maestro Asteus.



–Su nombre será…Vaya, esto es difícil. Mmm… ¡Fay! Es un buen nombre. Me gusta. –dijo Celestia convencida.



–Así será. El Primer Vuelo es el más importante. ¡A volar! –dijo el Director Gaépora empujando a Celestia al vacío.



–¡U-Uhaa! –gritó Celestia. Luego pegó un silbido.



Su Ave, Fay, acudió rápidamente y la recogió en sus plumas. Volaron cómo si hubieran estado juntos toda la vida.



–¡Vamos Fay! ¡Yujuuu! –dijo Celéstia pasándoselo en grande.

–¡Caramba! Maestro, ¿Cuádo tendré yo mi Pelícano? Quiero ser como Celestia. ¿Si se lo pregunto me dejará montar? –dijo una hermosa niñita de unos 7 años de edad.



–Eso no lo sé Malon. ¿Por qué no se lo preguntas? –dijo el Maestro Asteus.



–¡Gracias! ¡Celestia! ¿Me subes a tu Pelícano? ¡Porfaaa! Epona no es tan rápida como tu Pelícano…¡Pliss! –dijo Malon.



–Soo…Sube Malon. –dijo Celestia ayudando a subir a Malon.



Fue un día divertidísimo. Pero…¿Dónde se quedó Astar? ¿Dónde está?



Pues…Cuando estaba en la habitaión solo…



–¿Dónde guardará Celestia ese Colgante? ¡Ha! Aquí esta… Nadie sospechará nada de mí. ¡Ja! –dijo Astar cogiendo el Colgante.



Pero Celestia llevaba todo el rato escuchando en la puerta.



–Esto…¡Ehh! ¡Maldito Bellaco Hijo de Elfo de Sangre! ¡¡Me las vas a pagar!! Ven aquí… –dijo Celestia con furia.



Pero Astar echó una risita y tiró una bomba al suelo y…Desapareció.



–¡Cómo te pille, pedazo de Cernícalo…! –dijo Celestia enfadándose más todavía.



–¡Seguro que he hido a cualquier sitio de Altárea! No te desesperes, que lo vamos a recuperar. Aunque… No quiero desanimarte, pero… Hay muchos sitios en Altárea. –dijo Malon dando una sonrisa dudosa.



–No creo que esté en Altárea, chicas. Sería demasiado fácil encontrarle. Probablemente, esté en Las Tierras Inferiores. –dijo Impa como apareciendo de la nada.



–¡Tienes razón, Impa! ¡Vamos a el Valle Gerudo! Esas ladronas son capaces de esconder hasta la Zaria Legendaria. ¡Vamos! –dijo entusiasmada Malon.



–Tienes razón. Pero necesito armas, un escudo, pociones, provisiones…¡Ya sé! Vamos a tu Rancho, allí puedo coger un poco de Leche Lon Lon. –dijo Celestia.



Fueron al Rancho Lon Lon, un pequeño Rancho dónde vivía Malon. Allí trabajaban Freia, que era la madre de Malon, Talon, que era el padre de Malon, Ingo, que era el cuidador de los caballos y Malon, la cuidadora de Epona, una yegua.



–¡Aquí estamos! ¡El Rancho Lon Lon! Vamos a la cocina. ¡Papi! ¡He traido a Celestia! –dijo Malon.



–¿Malon? Bebe un poco de Leche, pareces tener la boca un poco seca. –dijo Freia.



–Yo no la necesito. La necesita Celestia. ¡Nos vamos al Desierto! Bueno, al Valle Gerudo, pero está en un Desierto. –dijo Malon.



–Bueno, coger lo que queráis. Pero tener cuidado, Hyrule es bastante grande. Necesitaréis transporte. Los Pelícanos no vuelan en Las Tierras Inferiores. –dijo Freia.



–Bueno, es verdad. ¡Nos llevaremos a Epona! –dijo Malon tirando a Celestia hacia el Establo.



Montaron a Epona y se lanzaron a vacío. Cojieron todo, subieron al Pelícano de Celestia y bajaron.



Su primer lugar fué el Bosque Kokiri, un bosque al Suroeste de Hyrule, allí conocieron a Saria, una chica muy simpática.



–Caray, el Valle Gerudo es muy peligroso, esas ladronas son muy traicioneras, parecen ser simpáticas, pero en seguida te meten en su Prisión. Lo sé porque un amigo mío estuvo allí, hace poco… Pero no ha vuelto. –dijo Saria un poco triste.



–Y si aún sigue ahí, ¿Cómo sabes todo eso? –dijo Celestia.



–Con mi canción puedo hablar con él… Si pudiérais ir a buscarle por mí… A mí no se me permite salir del Bosque Kokiri. –dijo Saria.



–Ok, pero, ¿Qué nos das? –dijo Celestia.



–Mi ocarina. La hice yo misma con arcilla. Me costó mucho. –dijo Saria.



–Vale. –dijo Celestia un poco insatisfecha.



Partieron hacie el Valle Gerudo, que estaba al Este de Hyrule.



Una bella chica, que estaba a la entrada del Valle, les saludó.



–Hey, buenas. Eso es el Valle Gerudo, y no se os está permitido, pasar de aquí. La jefa está de unos humos…¡Que para tener visitantes! –dijo esa chica.



–Pues es urgente. Muévete. Soy la Diosa Celestia. –dijo Celestia imponente.



–¡Ja, ja, ja! Las Diosas no se llaman así. Espero que sea urgente. Os acompañaré a vuetro destino. –dijo la chica.

–No sabes cuál es nuestro destino. –dijo Celestia.



–Sí que lo sé, ¡A la Prisión! –dijo la chica empujándolas a la Prisión.



Estuvieron un rato esperando, pero de repente, un chico de verde le tiran.



–¡Huaaa! Ay… –dijo el chico.



–¿Estás bien? –dijo Malon.



–Ay… Sí, gracias. Menudo golpe… –dijo el chico dolorido.



–Bueno, que no es para tanto. ¿Conoces a Saria? –dijo Celestia agarrando al chico.



–S-Sí. Estaba muy preocupada, ¿Cómo la conocéis? –dijo el chico.



–No te importa. Pues tú te vienes con nosotras. ¿¡Qué es eso de tener tan preocupada a una chica!? –dijo Celestia agarrándole del cuello y tirándole al suelo.



–Yo no… No sé como salir de aquí, eso no es mi culpa. –dijo el chico.



–Bueno pues vamos a buscar el modo. –dijo Celestia.

Estuvieron un rato buscando, hasta que el chico se hartó y pegó un espadazo a una caja y se abrió una puerta.



–¡Eres un genio tío! Vamos. –dijo Celestia.



–Me llamo Link, Celestia. –dijo el chico.



–Un nombre chulo, venga, que te enrollas como las persianas. –dijo Celestia.



Estuvieron un rato caminando por allí hasta que vieron una luz y la siguieron.



Llegaron al Bosque Kokiri y vieron a Saria.



–¡Por fin de vuelta! –dijo Saria.



Estuvieron un rato hablando, pero de repente llega el Rondador del Bosque, Ghoma, una Araña mutada que destruía a todo el que se pusiera en su camino.



–¡Apartad, este tipo es peligroso! –dijo Link apartandolas.



–Deberías apartarte tú, Link. Deja esto a la Maestra. –dijo Celestia dejando al pobre Link en ridículo.



Después de un rato combatiendo, Celestia se aburría y le pegó un espadazo en el ojo y…Se muere.



–Lo sabía. Este bicho no es rival para mí. Demasiado flojo. –dijo Celestia.



–D-Debería apartarme yo, sí. –dijo Link asombrado.



–Deberías ir a ver al Gran Árbol Deku, ¡Es todo un honor que tú hayas derrotado al Temible Ghoma! –dijo Saria.



Estuvieron un ratito por allí viendo el Bosque y por último, fueron al Bosque Perdido, un sitio donde los Sin Hada vivían en paz, ellos se llamaban Skull Kids.



–Y este es el Bosque Perdido. Es un sitio Prohibido para los Kokiri. Yo solo puedo entrar. El Gran Árbol Deku, me dice que toque mi Ocarina aquí, con mi Melodía, pues me ha dicho que un asombroso destino me depara. –dijo Saria enseñádoles el Bosque.



–Pues si es un lugar prohibido para los Kokiri, ¿Por qué Link está aquí? Debería haberle pasado algo… –dijo Celestia un poco confundida.



–El Bosque reacciona de una forma diferente ante él, porque a todos los Kokiri, tienen miedo a venir aquí. Pero Link no…–dijo Saria.



–Sí, es verdad, yo no tengo miedo. Los que no están acompañados de Saria pueden convertirse en Estalfos si llegan a tener mucho miedo. –dijo Link.



–En fin, ya está bien. Ya lo habéis visto todo. Ahora, vamos a ver al Gran Árbol Deku. –dijo Saria.



Volvieron a cruzarse el Bosque Kokiri y llegaron a la Pradera donde estaba el Gran Árbol Deku, pero… ¿Qué le pasaba al Gran Árbol Deku? Parecía muerto, estaba frío y su corteza era gris…



–¡Gran Árbol Deku! ¿Que te pasa? Pareces muerto… ¡¡¡Gran Árbol Deku!!! –dijo Saria golpeando la madera del Árbol.



–S-Saria… Que Celestia haya derrotado a Ghoma no es una buena noticia… Por muy Malvado que sea, es parte del Bosque, y cuándo algo Muere en este Bosque, me afecta a mí…Todo ser de este Bosque no muere, se fortaleze, y me causa daños…El Espíritu de Ghoma ha penetrado dentro de mi, y me está matando…Por favor, ayúdadme…-dijo el Gran Árbol Deku con su último aliento.



–Yo he causado esto y yo lo resolveré, ¡No puedo dejarte morir por mi culpa! ¡Derrotaré a ese Bicho Raro y bailaré sobre su tumba! Yo te salvaré. –dijo Celestia veraderamente dispuesta.



–Jovencita de corazón Indomable, eres muy dura y eso te hace perder el control, y de vez en cuando te abandonan, porque les hiciste daño con alguna de tus palabras. Tus intenciones son buenas, pero no sabes cómo hacerlo bien. Tienes un gran corazón, noto que tu destino es bueno… Adelante, derrota a ese Ghoma. ¡Hazlo por mí y por los Kokiri! –dijo el Gran Árbol Deku dándola todo su apollo.



En la Corteza del Gran Árbol Deku se abrió una puerta, de la que salió Ghoma.



Estuvieron luchando, que hasta a Celestia le costaba. Le golpeó varias veces, pero parecía no poder morirse nunca. Pero de repente, con su garra, le da a Celestia y la agarra y la tira contra la pared dándose con su propia espada haciéndose un corte.



–¡Maldito Bicharraco Hijo de Troll come mugre! ¡¡¡Te vas a enterar!!! –dijo Celestia empuñando su espada firmemente.



Le clava la espada en la Pupila y…Muere.



–El tesoro…Dadme el tesoro…Te he fallado…¡Gigggargg! –dijo Ghoma desapareciendo.



–Jovencita…Lo has hecho muy bien… Pero, mi destino ya estaba escrito… El tesoro… Es la Esmeralda Kokiri, que te hago entrega de ella, cuídala… Deberás partir hacia la Ciudadela de Hyrule, dónde tendrás que entregarle esto a la Princesa Zelda, ella te dirá lo que tienes que hacer… Link, acompaña a Celestia a su destino, tu también tienes algo que hecer, jovencito… En cuanto a ti Saria, debes quedarte aquí, mi querida mía, debes proteger el Bosque Kokiri, ahora estás al mando… Chiquilla, tu eres demasiado joven para esto, llama a tu familia para que se vengan al Rancho abandonado de aquí. Seguro que teneís mucho éxito… Adiós, mis queridos míos, adiós… –dijo el Gran Árbol Deku.



–En fin Link, creo que esto es un adiós. Cuídate mucho. No quiero que cometas ninguna locura por favor… Adiós. –dijo Saria abrazando a Link.



–Adiós Saria, cuídate tu también. Pero ten cuidado, porque el Bosque ahora está desprotegido, y hay muchos monstruos. –dijo Link también abrazándola.



–¿¡Esto que es, tío!? ¡Vamos a cargarnos a todos los Bichos Hyrule y tú ahí como si nada! ¡Anda, que ya te vale! –dijo Celestia pegando una palmada en la cara a Link.



–¡Oye, que lleva siendo mi amiga desde que vine a este bosque! Bueno adiós. Seguro que nos vemos muy pronto. –dijo Link echándo la bronca a Celestia y despidiéndose de Saria.



–Venga tío, que me duermo… ¡O te vienes o te llevo! Te la estás buscando… –dijo Celestia recalentándose.



–Tú te enfadas muy rápido, ¿He? –dijo Link.



–Heee… Estooo… Bueno venga, que el tiempo es oro. Acelera un poco… –dijo Celestia poniéndose colorada y tranquilizándose un poco.



Cuando terminaron de despedirse, salieron del bosque, ¡Pero menuda la sorpresa! Una bella Gerudo le detuvo y les acorraló.



–¡De aquí no pasáis! Dádme la Esmeralda, ¡Ahora! No me obliguéis, mocosos… ¡Os la estáis buscando! –dijo la Gerudo.



–¿Y tú quién eres? A mí nadie me da órdenes, o si no, ¡Eso se lo dices a mi espa…! –dijo Celestia sin encontrar su espada.



–¡¡Ja, ja, ja, ja!! ¿¡A mí, una niña!? ¡No sabes con quién hablas, niñata! –dijo la Gerudo partiéndose de risa.



–¡Se quién eres! ¡¡Eres una patética tía que pretendes estropearnos todo!! Ahora, se una buena chica y apártate. –dijo Celestia imponente.

–¡Ja! Soy Asu, hija de Nabooru, la Jefa de las Gerudo. Me  han encargado que robe la Esmeralda… Y tu eres una lombriz, en comparado a mi madre. –dijo Asu.



–¿¡Cuántos años tiene tu madre!? Si tu ya estás como una auténtica pasa… –dijo Celestia riéndose.



–¡Cállate! –dijo Asu.



–Celestia, esta tía da un mal rollito… ¿Nos vamos? –susurró Link un poco asustado.



–Vale sí, hacemos eso. Pero tengo que hecerla una cosa… –dijo Celestia.



Celestia se coló por debajo de ella y la ata una cuerda a los pies. Cómo había un río cerca, se cae a el.



–¡¡Maldita sea!! ¡¡Ya nos veremos las caras!! ¡¡¡Y pronto!!! –gritó Asu enfurecida.



–De verdad, que pesadez de tía. Ahora vamos, que nos estamos retrasando. Menudo encargo que nos han dado, ¿He Link? –dijo Celestia.



–Pues sí… Prefiero quedarme en mi casita calentito y dormirme una siesta… No estoy hecho para todo esto. –dijo Link bostezando.



–¡Pero bueno! ¡Un chico tan holgazán no puede salvar Hyrule! –dijo Celestia tirándole el cubo de agua que les habían dado.



–Hala… Nos acabas de dejar sin agua… ¡Deberías de haberla empleado de otra forma! ¿¡Pero tirármela a mí!? ¡Si estoy bien despierto y en plena forma! ¡Nos vamos a deshidratar! –dijo Link secádose.



–¡Huy! Pues… ¡Me cachis! ¿¡Y ahora que!? ¡Jolines, siempre tengo que hacer el idiota con todo! No es justo… Pues a buscar algo de agua… –dijo Celestia tirándose de los pelos.



–Ten cuidado, que te vas a arrancar el pelo… No pasa nada, seguro que en ese río se puede beber… Pero vamos a ver… –dijo Link mirándo el agua.



–¿Y por qué no la pruebas? –dijo Celestia tirándo a Link al río.



–¡¡Haaa!! ¡Jolines, que no me gusta el agua, que no soy un Zora! –dijo Link nadando hacia la orilla.

Después de que Link se secara, fueron al Norte de la Pradera. Allí estaba la Ciudadela de Hyrule, donde se encontraban la Plaza del Mercado, el Templo del Tiempo y el Castillo de Hyrule.



Cuando hubieron llegado, esa Plaza parecía un escádalo, pues todos corriendo, compitiendo por alguna cosa… Pero había un sonido que calmaba el ambiente, como una canción, pero sonaba como un lamento, que decía:



“Epona, Epona, Epona,



Ven con…Miiigo, Por favor,



Veeen con con conmigo…”



Ellos fueron a investigar, pero cuando iban por el camino del Castillo se encontraron a Malon, era ella quien cantaba, pero…¿Por qué se lamentaba? Ella siempre tenía una cara con una sonrisa bien reflejada en el centro, ¿Pero qué la pasaba?



–¿Malon…? ¿Qué te pasa? No pareces muy alegre… ¡Ten un poco de orgullo y alegra esa cara! –dijo Celestia.



Pero ella seguía cantando.



–Hala tía… Te has pasado… No debes tratar así a las personas, que al final te vas a quedar sin amigos… Venga Malon… ¿Qué te pasa? –dijo Link acariciándola la cabecita.



–¿Mmm…? Ha hola… No me pasa nada de verdad…No, no, no es nada.–dijo Malon mientras que se la escaba una lágrima.



–Venga…Tranquila… Que no te vamos a comer tonta… Dinos lo que te ha pasado, hombre. –dijo Celestia intentándola ayudar.



–¡Un señor malo se ha llevado a Epona! Como soy muy pequeñita no puedo hacer nada… Así que la intentaba llamar con su canción preferida, pero ni aún así… Porfi, porfi… ¿Me ayudas a recuperarla? –dijo Malon abrazándola las piernas.



 –Oye, oye… Que solo es un caballo, ya encontrarás otro. –dijo Celestia sacudiendo sus piernas.



–¿Cómo era ese hombre? Yo te ayudaré. –dijo una niña.



–¿Y tú que pintas aquí niña? –dijo Celestia.

–¡Como tu princesa te ordeno que calles la boca! Venga pequeña, ¿Por dónde se fué? –dijo la niñita.



–¿¡Y tú quién eres para mandarme callar!? ¡No nos fastidies, así, que pírate, esfúmate! ¡¡Que tenemos mucho que hacer!! –dijo Celestia empujando a la niña.



–Esfúmate tú de mi Reino, niña impertinente. –dijo la niña.



–¿¡Podeís callaros!? ¡La vida de mi caballo está en peligro cada segundo que pasa! ¿¡Y lo desperdiciáis así!? ¡No me ayudáis nada! –dijo Malon.



–Caray… Venga, ¿Por dónde se fue? –dijo la niña tranquilizándose.



–Pedona, es mi amiga así que yo la ayudo, gracias. –dijo Celestia echando a un lado a la niña.



–¿¡Pero qué leches…!? No sé si sabes con quién estás hablando… ¡Debería darte vergüenza! –dijo la niña.



–No me da vergüenza, pero sé que eres una niña igual que la que nos encontramos hace un rato. –dijo Celestia.



–¡Soy Zelda, Princesa de Hyrule! Deberías ser un poco más respetuosa con los demás. –dijo Zelda dándose a descubrir.



–¿A sí? Pues entonces tenemos algo que darte oye. –dijo Celestia dándola la Esmeralda.



–Haaa… Siento… Como… Si una fuerza me… Revolviera por dentro… Algo me dice que tengo que contaros mi sueño… “Unas nubes negras cubrían Hyrule… Sentía como si algo en la niebla se viera una figura, era como una persona…” Ese sueño me viene a la cabeza cuando miro a ese hombre. Ese hombre es Ganondorf, que aunque le jura lealtad a mi padre yo no le creo… Pero todo está por ver… Por favor, ¡Ayudadme a descubrir lo que pretende! –dijo Zelda.



–Espera, espera, espera, para el carro. Yo no quiero salvar Hyrule ni nada de eso, yo lo único que quiero es recuperar mi colgante y volver a Altárea. –dijo Celestia.



–¡Pero entonces todos podríamos desaparecer! ¡Incluso tu amigo o tu amiga! Yo tengo que estar en el Castillo, pero mi ama me ha dejado salir, tengo que volver… –dijo Zelda suplicándoselo.



–Espera… ¿Este de verde? Ni si quiera es mi amigo, solo viene porque lo dijo un Arbolucho. ¡Me importa un bledo lo que os pase! Solo me importa mi Reino, que te consta. –dijo Celestia.



 –Venga Celestia, hazlo por mí, si no lo haces por ellos. Venga por favor… –dijo Malon.



–No, me pongas lo ojos de corderito, que… –dijo Celestia mirando sus dulces ojitos.



–Porfa… –dijo Malon ensanchando aún más sus ojitos.



–Bueno, vale… ¡Pero solo por ti! Estos me importan menos de un bledo, así que vamos, que esto me parece un rollo. –dijo Celestia dejando escapar un respiro.



–Pues entonces sí que te importamos, ¿No? Bueno, solo un poquito… ¿Verdad? ¡Dime que sí! –dijo Zelda alegre.



–No. Ni un poco. Yo solo quiero recuperar mi colgante. Bueno, un poco si que me importáis, pero porque la persona que se llevó mi colgante vino aquí, y quiero cogerle con vida para…Para… ¡Estrujarle y ahogarle con mis propias manos! Como le pille a ese renacuajo de… Uf, no hay ni palabras para decir mi ira. ¡Me me le voy a cargar y bailaré sobre su tumba! ¡Le cogeré del cuello, le romperé en su cabeza mi espada y enviaré de vuelta al Infierno! –dijo Celestia muy molesta y asestándole un espadazo a un árbol que había cerca.



–Jo, chiqui, eres muy violenta… –dijo Zelda tapándose la cara.



–¡Entonces YO soy tu problema! –dijo Celestia enfurecida.



–¡No os pongáis a discutir ahora! Tú Zelda, vuelve a tu Castillo, y tú Malon vuelve a tu Rancho, que nosotros recuperaremos a tu caballo. Ahora, ¡En marcha Celestia! –dijo Link separando a Celestia de Zelda.

–Venga va… ¿Pero a dónde nos dirigimos? –dijo Celestia.



–Ir a la Montaña de la Muerte, que allí conoceréis a Darunia, un amigo mío, decirle que vais de mi parte y os dejará entrar en la Ciudad Goron. Decirle que os preste su Piedra Espiritual, que me tenéis que dar. Luego, ir al Lago de Hylia. Hay una niña consentida, en realidad es una Princesa, pero en fin… Se llama Ruto, que siempre anda fuera de su Palacio, no os la dará por las buenas, siempre quiere algo a cambio. Ahora, marchad. ¡Os confío la vida de Hyrule! –dijo Zelda.



Cuando se despidieron (Celestia le sacó la lengua a Zelda en vez de decir adiós) de Zelda y de Malon se dirigieron al Oeste de la Pradera, que es donde se encontraba la Ciudad Goron, la Tierra de los Goron, más conocidos cómo Comerrocas, unos amables Hombres y Mujeres de Piedra, excepto uno, que era su Jefe, que parecía disgustado y a su vez enfadado, que era un robusto Goron que imponía hasta a Celestia, su nombre era Darunia.



–¿Qué vosotros hacer Goro-Aquí? Vosotros Goro-Esfumáos de aquí ahora mismo. Vosotros no tener nada que hacer. –dijo el Jefe Goron.

–He, he, he. Vengo de parte de Zelda, así que Goro-Esfúmate tú. –dijo Celestia.



–Darunia conocer Zelda, ¿Pero cómo Darunia fiarse de Goro-Vosotros? Darunia no creer. –dijo el Jefe Goron.



–¿Qué tengo que hacer para que nos des la Piedra Espiritual del Fuego? –dijo por fin Celestia.



–Vosotros poder ayudar con Goro-Dodongos, nosotros no poder comer Goro-Rocas con todos esos Dodongos dentro de la Cueva de Rocas, mejor dicho la Cueva de los Goro-Dodongos. Si vosotros ayudar Gran Darunia, Darunia concerder Goro-Rubí de los Goron para vosotros, Goro-Extranjeros. –dijo Darunia.



–Pues… Vale, pero… ¿Dónde está esa Cueva? –dijo Link.



–Cueva estar bajo nuestra Goro-Ciudad, vosotros poder entrar, si monstruos derrotar, ¿Lo Goro-Haríais por nosotros? –dijo Darunia.



–Descuida, lo haremos, pero luego danos la Piedra Espiritual. –dijo Link dirigiéndose al acantilado.



Cuando fueron caminando por allí, la Cueva era “Pequeña”, pero ¿Pequeña? ¡Era más grande que un gigante! Por dentro se podía oír fácilmente los rugidos de una Bestia, que parecía estar hambrienta…



–Celestia, tú primero. –dijo Link temblando de miedo.



–Venga, pero tú me ayudarás a combatir. –dijo Celestia agarrando de la mano a Link. (Intentaba ocultarlo, pero ella también tenía bastante miedo)



–Celestia, estás temblando. –dijo Link.

–¿¡Qué!? ¡Tú si que vas a temblar! –dijo Celestia amenazándole con soltarle un punetazo.



De repente, se oye aún más fuerte el rugido y… Cuando miran para arriba…



Un Dodongo Giganesco de cómo 10 metros de altura les babea encima.



–¡Arrrg! ¡¡Que bicho más grande!! ¡¡¡Me las piro!!! –dijo Link corriendo hacia la salida y huye.



–¡Que cagón! ¡Seguro que este bicho tiene más miedo él de ti que tú de él! –dijo Celestia.

De repente casi cuando Link llega al final de la Cueva, el Gran Dodongo se dá contra la Pared y tapa la salida. Cuando el Dodongo corre hacia Link, Celestia vá más rápido y se pone delante de Link.



–¡Antes de matar a este chico me matas a mí! –dijo Celestia cogiendo su espada poniéndola hacia arriba.



–Celestia… –dijo Link sonriéndola.



–¡Huye por detrás! –dijo Celestia.



Celestia, con pocas esperanzas de sobrevivir, salta hacia arriba y se mete dentro del Dodongo.

–¡Muere bicharraco del Infierno! –dijo Celestia desgarrándole desde dentro.



–¡Toma mis bombas, Link! –dijo Celestia tirándole desde arriba su saco.



–¡No puedo tirarle esto! ¡Morirías tú también! –dijo Link.



–¡Tranquilo, tengo un plan, no te preocupes por mí! –dijo Celestia.



Cuando Link le tira las bombas al Gran Dodongo, el Dodongo estalla en mil pedazos. Pero Celestia… ¡No estaba!





–¡¡Celestia!! ¿¡Celestia!? Celestia… ¿¡Donde estás!? Por favor… No… –dijo Link buscando por allí.



–Jujuju… Link, no puedes negar que te preocupas por mí… No tengas vergüenza, yo también me preocupo por ti, que no soy tan mala… Estoy, bien… ¡Ya te dije que estaba bien! –dijo Celestia saltando desde un saliente.



–Bueno… Yo… En fin… –dijo Link un poco rojo.



–Tranquilo, estoy bien. –dijo Celestia entre risas.



De repente, ellos se desvanecen en una luz y aparecen delante de Darunia.



–¡¡Vosotros salvar Goro-Ciudad Goron!! ¡Vosotros merecer Rubí Goron! –dijo Darunia dándoles la Piedra Espiritual del Fuego.



Después de la Fiesta, partieron hacia un Lago que había por allí cerca del Desierto de las Gerudo. Allí cerca se encontraba la Región de los Zora, cuya Princesa siempre se escapaba de su Sitio. Su nombre era Ruto, una bella chica Zora que no podía estarse quieta. Pero allí, en el Lago de Hylia…



–Es bastante bonito este Lago. –dijo Link.



De repente, del Agua sale Ruto la Princesa de los Zora.



–¡Hombre Link! Cuanto tiempo, ¿No? –dijo Ruto poniénndose delante de la cara de Link.



–¿Tú la conoces? –dijo Celestia.



–No… –dijo Link extrañado.



–Ya sé que no me conoces, pero hazme un favor. No digas que me has visto. No quiero que mi Padre me eche la bronca. Se me ha caido una cosa por aquí… ¡Venir a mi Región! Como vuestra Princesa ordeno que vengáis. –dijo Ruto.



–P-Pues vale… Pero, ¿Qué es lo que buscas? –dijo Link.



–No es asunto tuyo, es mi Tesoro. Y nadie sabe lo que es. Excepto mi Padre. Huy como sepa que he estado aquí… –dijo Ruto preocupada.



Cuando fueron a la Región de los Zora, les llevó ante un Cachalote gigante, que se llamaba Jabu-Jabu, la “Mascota” de Ruto. Pero les aspira para dentro.



–¡Sí! ¡Eso es mi Tesoro! Ahora asume las responsabilidades y llevamé a la salida. –dijo la Princesa Ruto.



–Pues no te llevaremos hasta que no nos des tu Piedra Espiritual. –dijo Celestia.



–Es mi Zafiro, así que no te lo pienso dar. ¿Verdad que sí Jabu-Jabu? –dijo Ruto.



–Esta chica está para allá, habla sola… –dijo Celestia.



–Bueno, es una Piedra de Compromiso, y yo no me quiero casar contigo así que… Vas lista. –dijo Ruto.

–¡Pues si conmigo no te casas, cásate con Link! –dijo Celestia agarrando a Link de una oreja.



–¿¡Estas de broma no!? ¡¡Yo no me quiero casar!! Pero necesitamos tu Piedra… ¡Pero ni aún así! –dijo Link.



Pero Celestia le pega un manotazo en la cara y dice:



–P-P-Pues… ¿T-Te Casas conmigo R-Ruto? –dice Link mareado.



–No. No me has impresionado. ¡Ah, ya sé! ¡Cura a mi Jabu-Jabe de este horrible monstruo! –dice Ruto mientras le lleva a una sala con un monstruo gigante.



–Huy, vaya, ahora tienes que enfrentarte a este monstruo tú solito… Yo no te puedo ayudar… –dijo Celestia riéndose a carcajadas.



Estuvo Link combatiendo un rato y… El monstruo le quita con uno de sus tentáculos el gorrito a Link.



–¡He! ¡¡Ese gorro es mío!! ¡Dámelo! –dice Link.



Pero de repente suena un sonido que parece una especie de risa.

–¿¡Y ahora te ríes de mí!? ¡¡Te vas a enterar!! –dijo Link.



Link hiba corriendo por detrás, Link le asesta un espadazo en el núcleo y muere. Estalla en pedazos.



–Vaya, la verdad es que no me importaría dártela a ti… –dice Ruto dádole un beso en la mejilla a Link.



Cuando se la dieron, todas las Piedras Espirituales salieron de la bolsa de Celestia y empezaron a brillar, y en ese instante, fueron llevados a la Pradera de Hyrule, dónde salió Zelda montada con Impa en un Caballo blanco. Y el Gran Rey Malvado Ganondorf salió montado en Epona con Malon. Pero Zelda e Impa huyeron, pero Ganondorf y Malon se fueron. Pero Malon les tira al Agua una ocarina. Cuando Link la coge aparece Malon cantándole una melodía que tenía que tocar en el Templo del Tiempo, pero ella se la cantó, que decía así:



“El Tiii… Eeempooo,

Viaja, en el aiire sin

cesar ni un momento.”



Cuando Link la toca con la Ocarina, los dos (Celestia y Link) viajan al Templo del Tiempo, dónde tocaron esa canción. Esa melodía abría el Portal del Tiempo, un Lugar Sagrado…



Después de eso, comienza una nueva historia, que debe ser contada en otra ocasión.



¡Espero que os haya gustado
esta historia


2 comentarios:

  1. Celestia tiene muchas agallas!!!! Pero tiene un carácter horrible que creo que Link mejorará poco a poco... A sido una historia bastante interesante y no puedo esperar a leer la siguiente.
    PD~ ¡¡¡¡¿¿De verdad Link acaba de casarse con Ruto??!!!!

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  2. En realidad no se ha casado, es comoo en el videojuego, nunca se casan. PD: Link esta enamorado de Celestia.

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